La única forma de entender la historia, es a partir del mundo de las ideas subyacentes a una época, por ello es importante conocer la forma de pensar de la sociedad establecida en cada uno de los diferentes momentos de nuestra historia pasada, e incluso de nuestra historia presente, por ello, a partir de la LEY DEL PÉNDULO, intentaremos llegar a comprender los ideales de cada una de las épocas que a continuación vemos:
· EDAD MEDIA.-
Se inicia en España en el siglo X-XI, acabará en el siglo XV con la llegada del Renacimiento. Es un movimiento cultural platónico en el que no hay tantas normas y se deja más camino hacia la libertad.
Dos pilares son los que constituyen los ideales del Medievo:
1.- Sociedad Feudal: en esta época nos encontramos con una sociedad clasista donde la nobleza (ya fueran laicos o religiosos) se encuentra en la cima. Sólo interesarán los temas relacionados con las glorias y honores de los reyes y nobles, que dan lugar a una serie de poesías en lengua romance castellano, una poesía épica en lenguaje popular, en la que se cantaban las hazañas de los héroes de esa época, batallas y conquistas de estos personajes heroicos… que eran cantadas por juglares y trovadores; es el inicio del Mester de juglaría y los Cantares de Gesta, que hacían referencia a la literatura épica (los caballeros querían agradar al rey), y a la literatura lírica (donde vasallos y señores son reflejo de la sociedad feudal).
Los poemas recitados por los juglares exaltaban los valores humanos, ponían en relieve la figura del héroe, buen señor y mejor vasallo, todo con gran sentido del honor y de la justicia: estos poemas recibieron el nombre de Cantar de Gesta, y debemos recordar en este ámbito el cantar del Mío Cid Campeador: es la obra en poesía épica medieval en romance castellano, más antigua que se conserva. A través de esta obra, por ejemplo, podemos adentrar a los niños en la sociedad del Medievo, y estudiar no solo la literatura del momento sino también, otras temáticas como las costumbres de la época.
2.- Pensamiento teocéntrico: implicaba que Dios era el centro de todo, por lo que muchos textos y diferentes obras en otros campos artísticos, eran anónimos. A la par del mester de Juglaría, en la Edad Media Española, apareció una actividad poética religiosa, que se llamó Mester de Clerecía, pues eran producciones realizadas por clérigos y gente culta.
Dentro del Medievo Español, dio inicio el Teatro Medieval, en el que unas obras eran de carácter religioso y otras, de carácter profano.
Las representaciones religiosas eran denominadas autos, se elegían temas de la Biblia y se escenificaban en templos, portales o atrios.
Como autor reconocido de este periodo, nombraremos a Jorge Manrique: la obra más conocida y que más ha trascendido, son las “Coplas por la Muerte de su Padre” escritas en 1476.
Las leyendas también son literatura de la Edad Media.
Fuente: http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/literaturaespanola/edadmedia/index.asp
· RENACIMIENTO.-
La mentalidad del Renacimiento (fechado en España alrededor del siglo XVI), es una mentalidad humanista que se caracteriza por una vuelta al mundo grecolatino, en el que se busca una nueva escala de valores basada en el individuo. Rige el antropocentrismo: el hombre es el centro del universo capaz de dominar el mundo e incluso su propio destino, por lo que la razón es antepuesta al sentimiento. El nuevo ideal de hombre es el perfecto caballero, aquél que combina en su interior un hábil poeta a la vez que un fiero guerrero; y surge un nuevo ideal de belleza donde se describe el mundo como debería ser y no como realmente es, se idealiza la naturaleza, el amor y a la mujer.
La lírica renacentista surge de la tradición que tienen como base la lírica medieval. Dentro de esta lírica, debemos hablar de la lírica tradicional oral y popular (villancicos, canciones de amor…) y la lírica no escrita que transmitía el romancero (con autores como Juan de Mena o el Marqués de Santillana), además de la lírica cortesana de raíz trovadoresca recogida en cancioneros, el más famoso fue el de Hernando de Acuña.
Otros autores imprescindibles de nombrar serán Juan Boscán ( a destacar su epístola a don Diego Hurtado de Mendoza) y Garcilaso de la Vega, que manejan una misma concepción del amor que dignifican al enamorado.
Como características de esta lírica, debemos nombrar:
- Aconsejaban el disfrute de la vida antes de llegar a la vejez mediante la expresión “Carpe Diem” cuya traducción sería “atrapa el día”.
- El “Descriptio puellae” era la descripción de la belleza ideal de la mujer.
- Se alababa la vida en el campo (“Beatus Ille”), frente a la vida de la ciudad.
- El “Locus amoneus” era la descripción de una naturaleza perfecta e idílica.
- Había un gusto por lo sencillo frente a la desmesurada riqueza (“Aurea mediocritas”)
El Renacimiento impone una división entre lo natural y lo sobrenatural. En el Renacimiento se desarrollan y manifiestan ampliamente estos sentimientos, fuertemente impulsados por la Contrarreforma, lucha contra la Reforma protestante, en la que se empeñaron la Iglesia y la Corona españolas: es cuando debemos de la LITERATURA RELIGIOSA.
La literatura religiosa puede manifestarse en tratados en prosa sobre materias espirituales (como “Los nombres de Cristo”, de Fray Luis de León), o bien en poemas cargados de espiritualidad (San Juan de la Cruz).
Destacan obras en esta época como “Noche oscura del alma” o “Cántico espiritual”, ambas de San Juan de la Cruz.
A lo largo de todo el siglo XVI, se cultivaron diferentes géneros narrativos que convivieron con los libros de caballería y que tienen en común, la evasión de la realidad, estamos hablando de la novela sentimental, la pastoril, la morisca y la bizantina, pero frente a todos ellos, destaca la novela picaresca, que pretende reflejar la sociedad tal y como se estaba viviendo en ese momento. Hemos de destacar “El Lazarillo de Tormes” (anónima) como la obra más representativa, posteriores novelas de interés serán “El Buscón” de Quevedo y “Rinconete y Cortadillo” de Cervantes. Cualquiera de estas tres últimas obras nombradas, podríamos adaptarla a nuestras clases con el fin de divertir a los niños a través de la lectura de la picaresca del renacimiento, intentando traer a nuestros días las picardías de nuestros antepasados.
· BARROCO.-
El siglo XVII y el auge de las premisas barrocas coincidieron en España con un brillante y fecundo período literario denominado el Siglo de Oro.
El pensamiento racionalista tuvo en el siglo XVII algunas de sus figuras más destacadas: Descartes, Leibniz , Spinoza... Todos ellos defendieron que la razón es la principal fuente de conocimiento humano. De este modo sentaron las bases del racionalismo.
En España, la influencia del racionalismo apenas se dejó sentir. En su lugar, se registra una actitud de escepticismo hacia la naturaleza humana, escepticismo que conduce a una visión pesimista del mundo radicalmente opuesta al optimismo renacentista. Un ejemplo de esta actitud lo encontramos en Baltasar Gracián, para quien las únicas armas de que se dispone para combatir el estado de crisis y ruina de la sociedad son el individualismo y la desconfianza hacia los demás.
Podemos decir que el barroco es una época de contrastes, ya que conceptismo (se basa en la asociación ingeniosa entre palabras e ideas. Su máximo teórico contemporáneo fue Baltasar Gracián con su obra “Agudeza y Arte de Ingenio”) y culteranismo (que no pretende explicar las cosas, sino deleitar con el ejercicio intelectual del enigma. Uno de los precursores del culteranismo fue Luis de Góngora) se encuentran enfrentados. Además, la religiosidad vivida en la época, era una religiosidad falsa que también se vio reflejada en la literatura del momento.
En cuanto a la literatura española barroca, hemos de destacar a Góngora en la obra poética, con obras como”Fábula de Polifemo y Galatea” (1612) o “Soledades” (1613). En la prosa narrativa destacará Miguel de Cervantes Saavedra, que creó el prototipo a partir del cual nacería la novela moderna, y del que no solo debemos recordar “EL Quijote”, sino también “Novelas Ejemplares” (1613) y “Los trabajos de Persiles y Segismunda” (publicada póstumamente en 1617)
También en el barroco debemos hablar de TEATRO; en esta época ya no debemos hablar de trovadores, pero sí había un grupo de personas que contaban historias: eran los “ciegos”. La historia que contaban era acompañada de dibujos, podríamos denominarlo como “el primer cine”.
Dentro del teatro, debemos nombrar autores como Lope de Vega con su obra “Fuenteovejuna”, o Pedro Calderón de la Barca con “El alcalde de Zalamea” entre otros. Tanto la obra de Lope de Vega como la de Calderón de la Barca, son factibles de ser leídas en clase, pues a través de ellas podemos descubrir un contenido social y reivindicativo, y la rebelión del pueblo, unido ante la tiranía y la injusticia expuestas crudamente a finales del siglo XV principios del XVI.
· NEOCLASICISMO.-
Es un retorno a los clásicos grecolatinos; ese es el origen de la palabra Neoclasicismo.
El Neoclasicismo da preferencia a la razón frente a los sentimientos, impone reglas a las que se deben ajustar las obras literarias, y como consecuencia de ello, se deja un poco en el olvido la lírica. Se rechaza lo imaginativo y lo fantástico, ya que no se escribía para entretener, sino para educar. La literatura neoclásica tiene un marcado carácter crítico, didáctico y moralizador, de ahí que se cultivase la fábula con el objetivo de ofrecer al lector, consejos y enseñanzas que denominaremos moralejas, y que solían estar puestas en boca de animales. Podemos destacar conocidos fabulistas como Iriarte y Samaniego, y fábulas tan conocidas como “El burro flautista”, o “La cigarra y la hormiga”, que sin duda podemos llevar hasta las bibliotecas de nuestras aulas con el fin de mostrar a los niños qué son las moralejas y como eran escritas durante el neoclasicismo, y con qué pueden asemejarse de lo que conocen en nuestros días.
En cuanto a la producción literaria, predomina la prosa en forma de crítica y ensayo; podemos nombrar escritores tan conocidos como Fray Benito Jerónimo Feijoo con “Teatro crítico universal"”o “Cartas eruditas”; José Cadalso con “Cartas a Marruecos”, o Gaspar Melchor de Jovellanos.
Si hablamos del teatro, este se somete a las rígidas normas del clasicismo, por lo que adopta la regla de las tres unidades que Lope de Vega había roto en el Barroco. Desaparece de las obras de teatro todo tema imaginativo y fantástico, así como la mezcla de lo trágico y lo cómico. Surge un teatro exclusivamente didáctico. Podemos destacar la obra de “El sí de las niñas”, muy leído en nuestras aulas.
· ROMANTICISMO.-
El siglo XIX es uno de los más agitados de la historia española; la literatura no puede aislarse de los diversos movimientos políticos y sociales que se suceden uno tras otro. Sería difícil entender los diversos movimientos literarios de este siglo, si no tenemos en cuenta los acontecimientos políticos y sociales de la época. El escritor romántico reacciona, expresando sus sentimientos.
Las características más importantes son:
- Rebelión del individuo contra cualquier norma que la impida expresar sus propios sentimientos.
- Absoluta libertad en política, moral y arte.
- Mantienen una actitud idealista que no corresponde a la realidad que los rodea y los lleva a la rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra Dios.
- Como consecuencia del enfrentamiento entre su espíritu idealista y la cruda realidad, se produce la desesperación y el desengaño.
- Si en el siglo anterior la verdad era igual a belleza, para el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.
El autor romántico da preferencia a la melancolía y la desesperación, y la lírica será su género preferido, con temas tan variados como la naturaleza, lo popular o el amor.
La libertad, es otro de los temas al que los autores del romanticismo recurrían, ya que sentían una fuerte admiración por todos aquellos seres que están fuera de la ley (piratas, bandoleros, vagabundos), a los que considera como verdaderos símbolos de la libertad. De ahí que sea tan famosa “La canción del pirata” de José Espronceda, tema que es muy común aprenderse y trabajar a lo largo de la educación en primaria, si nos refiriésemos al romanticismo en la educación secundaria, no podríamos dejar de trabajar el personaje de Don Juan Tenorio de José Zorrilla, ya usado en el siglo XVII por Tirso de Molina, y que lleva a la exaltación el egocentrismo y su propio goce.
“Don Álvaro o la fuerza del sino” de El Duque de Rivas es otra de las obras muy a tener en cuenta dentro de este periodo cultural.
· REALISMO.-
En España, el mejor fruto literario de la segunda mitad del siglo XIX fue la novela, expresión del auge de la clase media o burguesía que, a lo largo de sucesivas, fue conquistando el poder político. Los valores e inquietudes de la clase burguesa aparecen en la literatura a través del: individualismo, materialismo, deseo de ascenso social y aprecio por lo cotidiano e inmutable.
Los temas del Realismo literario vienen dados por el contraste entre los valores tradicionales y campesinos y los valores modernos y urbanos o el éxodo del campo a la ciudad y los contrastes sociales y morales que provoca, la lucha por el ascenso social y el éxito moral y económico, la condición insatisfecha de la mujer que ya posee derecho a la instrucción elemental pero no puede acceder al mundo del trabajo y a la independencia e individualismo burgueses.
Dentro de la literatura del realismo, hemos de destacar dos de las novelas más típicas, y factibles de ser usadas en nuestra aulas (siempre con su consecuente adaptación): “Fortunata y Jacinta” de Benito Pérez Galdós, y “La regenta” de Leopoldo Alas Clarín.
· VANGUARDIAS.-
Es la época de los –ismos; en España fundamentalmente, se da el Modernismo. Es una vuelta al romanticismo pero quitándole todo lo referente a la política y quedando solo la estética que tiene que ver con lo sensorial. Debemos citar a Rubén Darío, y su recurrente utilización de la sinestesia.
Uno de los poemas típicos de este momento sociocultural, pertenece al autor ya nombrado, y lleva por título “A Margarita Debayle”, lleno de sensaciones visuales:
“…Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar…”
Otro de los pilares de este movimiento, es el “yo del autor”: egocentrismo. A destacar el soneto “Lo fatal”, de Rubén Darío, y en el que expresaba todo su mundo interior.
A pesar de que muchos textos centran a Juan Ramón Jiménez en la Generación del ’14, es modernista, y “Platero y yo” queda reservado como texto estudiado a lo largo de la educación primaria.
En definitiva, podemos decir que el modernismo es evasión, es un movimiento de gente joven pero no de adolescentes (como pudiera serlo el movimiento anterior). En general, podemos decir que de los estudiados, es el movimiento más apropiado para trabajar con las edades comprendidas por la educación primaria.
· GENERACIÓN DEL ‘98.-
Si comparamos este movimiento con el anterior, veremos que estamos hablando de una generación mucho más madura. En esta época hay pocos poetas de los que podamos hablar, puesto que se solía escribir en prosa.
Como curiosidad hemos de nombrar que, Antonio Machado siempre es colocado en esta etapa histórica, pero a ella solo corresponde el contenido de lo que escribe, no siendo así la forma: es un poeta simbolista que busca la palabra exacta para expresar una idea o sentimiento.
El icono de la generación del ´98 se centra en el icono de la España de La Mancha, porque en ella ven el reflejo de su sociedad y su vida, comparten el “dolor por España”.
Se vuelve otra vez a la vida cotidiana y a las preocupaciones filosóficas como por ejemplo demuestra Unamuno en “El árbol de la ciencia”.
Como pilares del momento que se está viviendo, hemos de mencionar la preocupación social y personal, que viene reflejado a través de la naturaleza. La sobriedad no adjetiva que podemos contemplar en el arte, se extiende a todas las demás áreas que componen la vida diaria.
La obra “Castilla” de Azorín, es uno de los ejemplos que podemos aplicar a nuestras clases de educación primaria, ya que podemos hacer ver a los niños como el autor a través de los adjetivos, nos va pintando un paisaje: “…Allá, por aquellas lomas redondas que se recortan en el cielo azul, en los confines del horizonte, ha aparecido una mancha negra; se mueve, avanza, levanta una nubecilla de polvo…”
· GENERACIÓN DEL ‘27.-
Los autores de esta generación, eran admiradores del barroco. Es una generación de individualidades y de libertades en la expresión; podríamos llamarla como la Edad de Plata de la literatura española. Intentan encontrar la belleza a través de la imagen llegando a un estado de poesía pura.
En esta generación encontramos una libertad de estilos y una preocupación existencial que hace que cada autor gire hacía ellos mismos, hacía su propio interior; en otras palabras, tienden al egocentrismo, así veremos que Dámaso Alonso intenta el dadaísmo, Rafael Alberti gira hacia el surreaslismo, Jorge Guillén lo hace hacia el creacionismo, Pedro Salinas hace una literatura simbolista…
Poemas como “Las abarcas desiertas” de Miguel Hernández pueden ser trabajados desde edades tan tempranas como las relativas al primer ciclo de la educación primaria, pues el poema nos habla de una realidad no tan lejana para los niños de dichas edades:
“…Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría...”
· POSGUERRA.-
Después de la Guerra Civil el panorama literario español es desolador. Hay una clara ruptura con la tradición de los años 30.La dictadura del General Franco prohibió todas las renovaciones culturales que se realizaron durante estos años.
Podemos distinguir una literatura existencial durante los años ‘40 y ’50, social a lo largo de los años ‘50 y ‘60, y experimental entre los años ’60 y ’70.
En la literatura existencial distinguimos un narrador realista en primera persona, que describe ambientes sórdidos y cerrados. Dos son las obras características de este tiempo: “La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela, y “Nada” de Carmen Laforet. Esta última, por encontrarse escrita en una prosa fresca, directa y espontánea, y por tratar sobre la vida de una joven que llega a una ciudad para estudiar en la universidad, podría ser llevada a las aulas de la educación secundaria.
En la literatura social, podremos hablar de un narrador objetivista que habla en tercera persona, y que tiene una intención social (como propiamente indica el nombre del tipo de literatura que es). También dos obras son representativas de este momento: “El Jarama” de Rafael Sánchez Ferlosio, y “La Colmena” de Camilo José Cela; esta última trata de reflejar la realidad social española de la época, en especial el mundo de la clase media baja, gentes mediocres y en situación inestable, que tienen un futuro incierto, dicha temática podría ser trasladada a los estudiantes de secundaria para así enseñarles el momento evolutivo en el que se hallaba la sociedad, desde otro punto de vista.
Por último, nombraremos la etapa experimental, en la que hablaremos de una trama compleja, con argumento con poca importancia y demostrando un cierto interés por la forma y el lenguaje. Obras características son: “Tiempo de silencio” de Luis Martín-Santos, “Cinco horas con Mario” de Miguel Delibes o “Últimas tardes con teresa” de Juan Marsé.
· AÑOS ‘70.-
El ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura española tras la muerte del general Franco (20 de noviembre de 1975), permitió un mejor conocimiento de la literatura española en Europa y de la literatura occidental en España. A ello contribuyó significativamente la desaparición de la censura (lo que supuso la publicación de novelas españolas prohibidas en nuestro país y editadas en el extranjero), la recuperación de la obra de los escritores exiliados y un mayor conocimiento de la narrativa de otros países.
En suma, dos son los aspectos más significativos de la novela española en los últimos treinta años:
- El carácter aglutinador. Acoge prácticamente todas las tendencias, modalidades, discursos, temas, experiencias y preocupaciones personales.
- La individualidad. Cada novelista elegirá la orientación que le resulte más adecuada para encontrar un estilo propio con el que expresar su mundo personal y su particular visión de la realidad.
Ahora que ya conocemos algo más de la historia de nuestra literatura, cabe preguntarse; ¿cómo lo seleccionamos y lo adaptamos para nuestros alumnos de primaria?
Al hablar de seleccionar, ya estaremos pensando en que debemos seleccionar un texto, y dentro de dicho texto, un fragmento, por lo que tendremos que tener muy en cuenta que características de todo el texto queremos resaltar, o qué aspectos querremos trabajar para así, hacer la correcta selección, pero… ¿cómo lo adaptamos?:
Adecuar un texto a una determinada edad o características, siempre implica modificar, por lo que una adaptación es inherente de una modificación; y una modificación conlleva que debe hacerse en base a unos criterios, objetivos, características del receptor y requisitos especificados. En cuanto a tipos de adaptaciones, encontramos varias:
- Traducción: es la más ligera de las adaptaciones y se hace imprescindible para poder llegar a difundir un texto.
- Cambiar de género: por ejemplo, si hablamos de la literatura, podemos poner en verso una historia ya existente.
- Actualización lingüística: no podremos dar a nuestros alumnos de primer ciclo de primaria un texto escrito en castellano antiguo.
- Resumen: aunque no es una adaptación propiamente dicha, encontramos que muchos libros infantiles son un resumen de la versión original como puede suceder en la versión de El Quijote para niños.
- Adaptación de contenidos: por ejemplo, no contaremos a los niños las fechorías de Don Juan Tenorio con las doncellas.
- Adaptación de contenido y forma: al anterior punto, podemos añadirle la adaptación de la forma, el lenguaje utilizado por el personaje en cuestión, podemos tornarlo a un lenguaje algo cercano a los niños.
- Fragmentos + recreaciones: recurso muy utilizado en bachillerato y la ESO en el que se ponen fragmentos reales, resumidos y adaptados de una misma obra, para que el alumno pueda comprar.
Ahora bien, ¿cómo adaptamos los textos para poder llevarlos a nuestras aulas? Los niños (y cualquier persona) “no leen lo que no conocen”, por tanto, les debemos acercar las lecturas para que ellos sepan que existen y puedan elegir, pero: ¿cómo hacerlo?
En primer lugar, se puede hablar con los niños de un tema en particular; incluso podemos hacer una clase de animación a la lectura contando la trama principal del libro.
También podemos seleccionar un fragmento del texto y leerlo con ellos
O podemos buscar (o incluso hacer…) una adaptación de un determinado tipo de texto previamente seleccionado bajo unos criterios.
Como ya ocurrió en clase, se abre la polémica entre si adaptar conlleva la pérdida de la esencia de la obra en cuestión; el diccionario de la RAE define el término “adaptar” como “acomodar, ajustar algo a otra cosa”, y en otra acepción más restringida, adaptar es “modificar una obra científica, literaria, musical, etc., para que pueda difundirse entre el público distinto de aquél al cual iba destinado o darle una forma diferente a la original”.
Así pues, y en base a lo expuesto, un texto puede ser modificado sin perder su esencia puesto que cambiamos la forma, pero no el contenido que es distinto al significado. Desde mi punto de vista, si queremos que nuestros alumnos de primer ciclo de primaria (por poner un mero ejemplo) sepan quién fue Cervantes, y qué es eso del Quijote, no podemos ofrecerles un texto escrito en castellano antiguo y con palabras que a veces ni nosotros podemos comprender, así pues, debemos modificar las palabras para tornarlas a un lenguaje algo más coloquial, ¿esto significa que pierde su esencia? No. Significa que cambiamos la forma para hacerlo llegar a un tipo de público distinto del receptor inicial. Perdería la esencia en el momento en que no respetásemos el argumento principal y las características que describen a cada uno de sus personajes.
Es cierto y cabe plantearse de hasta qué punto debemos llevar esa adaptación basándonos en la reescritura sin caer en la invención (y ahora sí, pérdida de la esencia del texto), pero una cosa queda clara: si queremos que nuestros alumnos aprendan algo útil sobre los textos que les presentamos, y queremos “engancharlos en el vicio de la lectura”, debemos adaptarles aquellos textos que creamos puedan corresponder al momento histórico que está siendo estudiado o a la temática que queramos desarrollar.